ODISEA EN MONTEVIDEO.

Por Pablo Lecuona Director de Tiflolibros-Argentina. 2008.

Hola a todos!
Les envío esta nota con información de lo sucedido el pasado domingo 3 de febrero por la noche en la terminal de Tres Cruces de Montevideo, para su conocimiento y para solicitar se lo pueda difundir, pues se trata del resultado del desconocimiento, que hace que en muchas ocasiones la gente actúe de malas maneras, llevada por sus prejuicios y temores.

Entre el 1 y el 10 de febrero, hemos organizado desde Tiflolibros, y en conjunto con la Unión Nacional de Ciegos del Uruguay, un viaje y encuentro de personas ciegas de diferentes países. En él participaron más de 30 personas, de Argentina, Uruguay, Chile, Guatemala, Cuba, España y Alemania. En este viaje se realizaron actividades turísticas en Montevideo, Buenos Aires y Neuquén, incluyéndose desde visitas a museos hasta una bajada en canoas por el río Limay, escalada y montañismo, todas actividades armadas con las pequeñas adaptaciones y ayudas que puedan hacer falta para que sean disfrutadas por personas ciegas o con baja visión.

Uno de los participantes de este viaje, Rafael Vadillo, de Salamanca, España, viajó con su perro guía. En Europa y Estados Unidos es bastante frecuente que algunas personas ciegas utilicen este tipo de perros, especial y estrictamente entrenados para su función. En América Latina esto no es tan frecuente, pero existen una cantidad de personas que utilizan el perro (calculamos que habrán unas 10 personas utilizándolo en Buenos Aires y el Conurbano).

Aquí en la ciudad de Buenos Aires existe una ley de perros guías, que indica, como sucede en todos los países donde se utilizan estos perros, que el perro debe poder ingresar con su dueño a todo lugar público, que debe viajar con su dueño en todo transporte, etc, en definitiva, que el perro es una herramienta de guía, como puede serlo el bastón, y no es considerado animal o mascota, en relación a lugares en los que se tenga la prohibición de animales.

Igualmente, conociendo el gran desconocimiento que sobre estos temas hay en nuestros países, al momento de organizar todas las actividades del viaje, siempre nos encargamos de avisar que en el grupo, tendríamos una persona que viaja desde España con su perro guía.
Así lo informamos también a Buquebús, cuando a principios de enero nos contactamos con su área de atención a grupos, para reservar los pasajes de ida y vuelta para 25 personas en barco a Colonia y de allí en Bus a Montevideo.

La empresa, informada de que se trataba de un grupo de ciegos y que había un perro guía, nos vendió los pasajes sin ningún inconveniente. El 1 de febrero por la noche, viajamos con un grupo de 18 personas ciegas, que eran los que arrancaban el v viaje desde Argentina, hacia Montevideo. En el buque la atención fue muy buena, el perro viajó con su dueño sin inconvenientes, como ya venía viajando desde España, e incluso el comisario de a bordo, se acercó al grupo para consultar acerca de los perros guías, pues su hijo es ciego, y vive en Uruguay, y querían conseguirle uno para él.

Al llegar a la Ciudad de Colonia, nos encontramos con la sorpresa que la encargada de buquebús, al encontrarse con que se viajaba con un perro guía (algo que recordarán, habíamos avisado desde el comienzo). Esto generó algo de confusión, pues no querían poner a viajar a un animal en un bus con mucha gente, pero se resolvió, poniendo uno de los buses en exclusiva para nuestro grupo, pudiendo viajar Rafael con su perro guía. Esto ya tendría algún viso de negar un derecho, pues como se dijo más arriba, los perros son especial y estrictamente entrenados para poder estar en cualquier espacio, sin generar problemas, sin ensuciar, sin causar molestias. Pero como el tema se resolvió, pudimos llegar tranquilamente a la terminal de tres Cruces en Montevideo.

Al llegar a la terminal, nos dirigimos a la ventanilla de Buquebús, para poder informar nuevamente que el domingo por la noche viajaríamos con el mismo grupo, más siete personas más procedentes de Uruguay, para que se pueda prever lo del perro guía y no tener inconvenientes al momento de tomar el bus.
No pudimos avanzar mucho, pues se nos dijo que eso había que hablarlo con la encargada de ese horario, que sólo estaría disponible el domingo, y que no había forma de llamarla telefónicamente de forma directa, sino que había que llamar al 130 de Buquebús y pedir por ella en la terminal.

El día domingo por la tarde llamamos reiteradamente a Buquebús para poder hablar con la señora encargada y estar tranquilos en cuanto al viaje, pero no hubo forma humana de que nos atendieran en esa línea.
El horario de partida de los buses era a las tres de la mañana del lunes 4 de marzo. A las dos de la mañana estuvimos ya en la terminal, para hacer las cosas con tiempo y poder manejarnos tranquilos, pues se trataba de un grupo muy grande, ya formado por 24 personas con problemas visuales y dos voluntarios con vista.
Nos dirigimos entonces a la ventanilla de Buquebús, para informar de forma previa que teníamos este grupo, y que viajábamos con el perro guía, para que se pueda ver de forma sencilla el transporte. Cabe aclarar que la realidad es que ni siquiera haría falta tanto aviso previo para viajar con un perro guía, pues al ser considerado como un instrumento de guía y orientación, la situación podría ser similar a tener que avisar previamente que yo, persona ciega, voy a viajar con un bastón. Pero para evitar sorpresas y las reacciones que muchas veces produce el desconocimiento, en este tipo de viajes, en los que siempre hemos contado con personas con perros, buscamos ir adelantándonos a las cosas, y avisando para que todos estén tranquilos.

La encargada de Buquebús, de nombre Marita (no puedo recordar su apellido) en seguida se mostró reacia a permitir que el perro viaje en el ómnibus, como corresponde. Se le explicó el entrenamiento especial del animal, incluso para su tranquilidad se le contó que ya había viajado desde Salamanca siempre con su dueño, en avión, e incluso ya en Buquebús en el viaje de ida a Montevideo. Se le explicó la normativa que existe en muchos países sobre el perro guía, y el que no es considerado una mascota, si no una herramienta de la persona ciega. Aclaramos que en Uruguay, como sucede en otros países, no existe una ley sobre perros guías, no porque estos estén prohibidos, si no porque no se los conoce, y por ello no se legisla sobre el tema.

Aún con nuestras pacientes explicaciones, la señora seguía empecinada en que el perro no podía viajar en el ómnibus, aduciendo una norma que en Uruguay no permite viajar animales en transporte público. Su propuesta era llevar al perro en la bodega del ómnibus, algo a lo que su dueño se negó de plano, tanto por el riesgo que eso significaba para el animal, como por su alto costo que Buquebús no le cubriría en caso de que haya algún inconveniente (un perro guía tiene un costo en su formación y entrenamiento de aproximadamente 35.000 dólares), pero fundamentalmente la negativa de que el perro viaje en la bodega, tenía que ver con su función y utilización, pues significaba dejar al pasajero sin su herramienta de orientación, se trataba de algo similar a pretender que todo el resto de los integrantes del grupo, dejemos también los bastones en la bodega.

Pero la señora encargada insistió en su postura, sin dar lugar a ninguna conversación más sobre el asunto, aún cuando algunos otros empleados de la empresa intentaban aportar ideas o soluciones menos drásticas al problema.

Nos sorprendió mucho sus formas, pues al insistir nosotros con los argumentos y la necesidad de que el perro viajara de la misma manera que había llegado a Montevideo, en el ómnibus con su dueño, ella comenzó a hablar de malas maneras, haciendo en reiteradas ocasiones algo que resulta completamente ofensivo, que es que, cuando alguno de nosotros, personas ciegas, le estaba hablando y dando explicaciones sobre el tema, se daba vuelta y se iba sin decir nada, dejando a uno hablando sólo, sin advertir que ella se había ido, teniendo en más de una ocasión que intervenir otro empleado de la empresa para decir que ella se había ido.
Así pues luego de más de cuarenta minutos de intentar explicarle el caso y encontrar una solución, asentando incluso un reclamo en el libro de quejas de la empresa, su respuesta fue la siguiente:

"El perro viaja en la bodega o no viaja. Y en quince minutos sale el último bus, si ustedes no suben y se deja el perro en la bodega, no viajan"

Ante esto, y con una fuerte sensación de impotencia y maltrato, pues estábamos reclamando un servicio que la empresa nos había vendido, fue que hicimos dos cosas.
La primera, colocarse la mayoría del grupo adelante de los dos buses de buquebús que aún faltaban partir hacia Colonia, y la segunda, recurrir a la policía de la terminal, para plantear el problema y poder encontrar una solución.

Ya ante esto los ánimos se pusieron bastante caldeados. La policía intentó entender y resolver el problema, pero la encargada de la empresa seguía en su postura, gritando y amenazando. Uno de los choferes de los ómnibus amenazó al grupo con que el micro arrancaría y los pisaría, y la policía intentó prohibirle a una de las participantes del encuentro, Verónica Paz Medel de Chile, que saque fotos de lo que estaba ocurriendo.

Incluso la señora encargada de buquebús quiso realizar una denuncia a la policía, porf estar bloqueando la salida de los buses, denuncia que la misma policía nos decía que era su deber tomarles, aunque no les parecía procedente, sino que había que resolver el problema. Pero igualmente se nos amenazó con que vendría el móvil de la policía y seríamos todos trasladados a la seccional 4ª, que no podríamos viajar.

Muchos de los otros pasajeros de los dos buses que estaban aún sin salir, descendieron de los mismos, para sumarse a nuestro grupo, al enterarse cual era el problema, expresando claramente que ellos no tenían ningún inconveniente en que viaje el perro guía con ellos.
La situación fue bastante tensa, pues la encargada de la empresa seguía gritando y amenazando, discutiendo incluso en muy malos términos con la policía, la policía trataba de calmar las cosas y encontrar una solución, pero a la vez tenían que cumplir con su deber, según decían, y nuestro grupo seguís adelante de los ómnibus, para que no puedan irse sin haber llegado a una solución del problema.

Imaginen que no se trataba de un grupo muy peligroso, 24 personas ciegas de diferentes países y ciudades, de todas las edades, pues incluso teníamos varias personas mayores, que acababan de pasar dos días de paseos y actividades en Montevideo... no éramos ningún grupo piquetero, simplemente reclamábamos algo que ya la empresa había permitido anteriormente, algo sobre lo que habíamos informado para no tener problemas y facilitar a ellos las cosas.

El caso es que finalmente, luego de más de una hora de discusiones, la policía nos informa que podíamos subir a uno de los buses, con el perro con su dueño, como correspondía. Nos informaron que se habían comunicado con su superior, y este había dicho que, si bien existía una norma que prohibía que animales viajen en un transporte público, al tratarse de un perro guía no lo afectaba la prohibición, pues hay normas internacionales que permiten su viaje en estos transportes (uno de los argumentos que tanto habíamos esgrimido).

Aún así, mientras al fin subíamos al ómnibus, la señora encargada de buquebús seguía gritándonos, que esta no era la manera de lograr las cosas, que esto no era Gualeguaychú, y amenazando con que pediría a la empresa que nos coloquen en la lista negra, y que no se nos vendería nunca más pasajes) todo, digo yo, por reclamar lo que la empresa misma nos había vendido, poder viajar las 25 personas de Montevideo a Buenos Aires).

Luego de todo este incidente, la atención en Colonia fue muy buena, incluso allí nos contaron que la encargada había llamado a un gerente de la empresa y este habría autorizado el viaje del perro, cosa que allí en Montevideo no se nos dijo, y ella insistía con su negativa. Incluso el chofer del ómnibus que nos había llevado a Montevideo en el viaje de ida, de apellido Rossano, se ofreció para lo que hiciera falta, para que quedara claro que ya habíamos viajado como correspondía, con el perro guía, sin que esto resultara ningún inconveniente ni para la empresa ni para ningún otro pasajero.

Finalmente pudimos arribar bien a la ciudad de Buenos Aires, sin otros inconvenientes, pero con el mal sabor del maltrato, de lo que puede hacer el desconocimiento, y de haber tenido que hacer pasar ese mal rato al grupo, a turistas ciegos que habían cruzado el océano para conocer Argentina y Uruguay.
Pedimos que esto se pueda difundir, pedimos de la empresa una disculpa, y que sirva como aprendizaje, para que en otras ocasiones no parezcan estos problemas, y cualquier persona ciega que viaje con su perro guía pueda manejarse sin inconvenientes.
Pensábamos luego, pobre el comisario de a bordo que nos consultó, para que su hijo tenga un perro guía en Uruguay, si no podría llegar a viajar con él, con tanta negativa y maltrato de la empresa, c cuánto camino tendría que abrir, para poder utilizar esta herramienta, tan importante para la independencia de muchas personas ciegas.

Por suerte el resto del viaje pudo desarrollarse normalmente, incluido un viaje ida y vuelta en ómnibus de Chevallier de Buenos Aires a Neuquén, donde no sólo no hubo inconvenientes para llevar al perro, si no donde incluso el personal del ómnibus se preocupaba por si el perro necesitaba comer algo.

Agradecemos la difusión, y quedamos a disposición para cualquier otra información que puedan necesitar.

Saludos cordiales,
Pablo Lecuona
Director

2 comentarios:

  1. es una verguenza que personas como esta señora esten al frente de una empresa tan importante . yo voto por la destitucion inmediata de esta mujer en ese cargo .

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  2. Es una ABSOLUTA VUERGUENZA que URUGUAY no permita que animales viajen en trasportes públicos. En varios países de Europa, los perros pueden ingresar a espacios públicos, en Uruguay, país antropocéntrico e ignorante si los hay, no. Una VERGUENZA, URUGUAY!

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