Educación inclusiva empieza a romper barreras en la ciudad

Jessica* tiene 13 años y cursa cuarto de primaria. Llega todas las tardes a su salón de clase en el tercer piso de la Escuela Normal Superior de Bucaramanga con la motivación de algún día entrar a la universidad y convertirse en profesora.
Ellla padece sordera profunda, los sueños le sobran y no le importa que sus oídos nunca le hayan permitido percibir sonido alguno; es feliz con lo que tiene y no repara en ser ambiciosa con el futuro que quiere para ella y para otros en su misma condición.
Tatiana* en pocos días cumplirá seis años de edad. Estudia en la sede B del Colegio José Celestino Mutis y se encuentra en el grado preescolar. Desde su nacimiento fue diagnosticada con deficiencia cognitiva y su madre pensaba que no tenía la capacidad de aprender.
En lo que va del año ya ha logrado aprender a identificar algunos colores y vocales, asocia imágenes con las palabras y su motricidad ha mejorado. Es más, Sandra Rojas, su mamá, ahora espera que llegue lejos pues no duda en que “tiene todas las capacidades”.

A ellas se les suman casos similares como los de María Camila, Juan y Sarai. Todos hacen parte de los más de 987 niños con necesidades especiales que se encuentran cursando diferentes grados de educación primaria y bachillerato en las instituciones oficiales de Bucaramanga.
Así es, no se encuentran en instituciones ‘especializadas’ en las cuales sólo se encuentran y niños con sus mismas discapacidades y tampoco reciben clases personalizadas en sus respectivas casas, sino que hacen parte de la matrícula de al menos 26 de las 50 instituciones educativas del municipio; como cualquier
otro niño sin discapacidad.
La sordera, parálisis cerebral, ceguera, deficiencia cognitiva o lesiones neuromusculares no han sido razones suficientes para mantenerlos alejados de las aulas.
Incluidos
Ya en los salones de clase, un visitante no nota a simple vista la ‘diferencia’ de ellos con el resto de los integrantes de la clase. Uno que otro asistente (traductor) o material en braille es lo único que los delata. Y es que de eso es que se trata la educación inclusiva, una estrategia que está abriendo las puertas de cada vez más colegios para que personas con discapacidades accedan a la educación.
Clara Chacón, responsable de las necesidades educativas especiales del municipio, explicó que se trata de brindar una enseñanza con la cual todos sean iguales: “Generalmente se trata de una población segregada pero con la inclusión queremos humanizar este proceso. Además permite desarrollar mejor la capacidad
intelectual de esta población”.
Si bien se trata de una iniciativa que busca romper barreras de discriminación desde los primeros años de vida, Chacón aseguró que “requiere mayor atención y esfuerzo; es una experiencia muy buena que hasta ahora está empezando pero que sin duda genera excelentes resultados en los niños. No podemos decir que
estamos perfectos”.
Una experiencia con población sorda
Un total de 35 niños con sordera profunda hacen parte de los estudiantes del colegio Normal Superior de Bucaramanga. Tres de ellos cursan preescolar, siete se encuentran en primero de primaria y 25 niños en multigrados.
Piedad Santos, rectora de la institución, manifestó que el proceso inició a principio de año: “Llegaron desubicados, desatentos y desmotivados por el estudio, algunos habían repetido hasta seis veces grados como primero o segundo”.
Y agregó: “Tenían varios problemas de comportamiento, algunos eran agresivos y desobedientes, al estar en contacto con los demás niños y no ser tratados como extraños dejaron de sentirse estigmatizados y se les rompió un paradigma”.
La rectora cataloga la experiencia como exitosa aunque admitió algunas dificultades en el proceso: “Ha sido fabuloso lo que se ha logrado con ellos… Lo más difícil para nosotros fue la sensibilización que debe existir en la comunidad educativa. Como no se había dado un proceso de este tipo, existía cierto temor”.
Sin embargo, la directiva afirmó que este año ya han sido capacitados en el lenguaje de señas 35 maestros de primaria y más de 25 niños oyentes y padres de familia, quienes ya se encuentran certificados con el manejo básico de la lengua.
Además, dentro de la institución también se encuentran espacios especializados como la sala de sistemas de ‘Conectando Sentidos’, equipada con tecnología de punta para personas con sordo ceguera.
La deficiencia cognitiva no limita
Hipoacusia, meningitis, discapacidad cognitiva y problemas de lenguaje son algunas de las discapacidades que presentan ocho niños estudiantes del Colegio Luis Carlos Galán.
Marisol Rojas, la docente de la institución que lidera el proceso de inclusión, manifestó que en cada uno de los pequeños se ha notado una mejoría: “En la parte cognitiva van andando. Mientras que alguien que no acceda a la educación se retrasa, se relega y pierde tiempo vital para la enseñanza y aprendizaje”.
Es más, según Rojas, los efectos también se han logrado en los estudiantes sin discapacidad, pues “vemos que no discriminan y son más tolerantes, lo que se convierte en un ejemplo interesante pues interactúan y hacen una vida dinámica y de respeto hacia el otro. Todos tienen derecho a la educación”.
Por su parte Jacqueline Suárez Camacho, coordinadora del programa de educación inclusiva en el colegio María Goretti, manifestó que “es un reto. No es fácil y se necesita dinero, materiales y sensibilización. Que todos digan ‘sí se puede el respeto por la diferencia’. Este colegio es ejemplo de inclusión en diferentes grados, con estudiantes con discapacidad cognitiva, baja audición y limitación visual.
Las universidades también abren espacios
A mediados de julio la Universidad del Pueblo graduó a la primera promoción de estudiantes en condición de discapacidad: 45 jóvenes sordo mudos recibieron el título de técnicos en Producción de Software.
Laura Amparo Sánchez, con 30 años de edad y con limitación auditiva, fue una de ellas. Ahora hace parte del proceso que adelanta el Colegio Normal Superior ejerciendo como Modelo Lingüístico, una persona con discapacidad que maneja a la perfección el lenguaje de señas.
Por otro lado, universidades como la Pontificia Bolivariana cuentan dentro de sus aulas con personas discapacitadas, una de ellas es una mujer que se encuentra en búsqueda de su segundo título y un joven con limitación auditiva que se encuentra cursando ingeniería Industrial.
Mientras tanto, en la Universidad Abierta y a Distancia de Bucaramanga tres jóvenes entre 23 y 25 años de edad ya lograron su título como tecnólogos y en los próximos meses recibirán su diploma como ingenieros de sistemas.
Doris Suárez, directora de la zona oriente de la Unad, agregó que además de adelantar sus estudios profesionales, estos tres jóvenes fueron los autores de más de 700 señas de palabras técnicas en el área de sistemas, de las cuales 90 de ellas ya han sido certificadas.
Estos son sólo algunos casos, sin embargo, Vanguardia Liberal conoció casos en las demás universidades de la ciudad como la UIS, las UTS y la UCC, en las cuales también se adelantan procesos de enseñanza a personas con discapacidad.
La Secretaría
Luis Alfonso Montero Luna, secretario de Educación del municipio, manifestó que la ciudad tiene 50 instituciones educativas y 128 sedes. “En todas nos están llegando niños con diferentes situaciones de discapacidad, pero hasta la fecha 26 se están fortaleciendo en este tema”.
“La educación inclusiva no se trata de relegarlos sino de involucrarlos dentro de la educación formal. La meta es que ningún niño esté por fuera del sistema escolar”.
De acuerdo con el funcionario 50 maestros de las instituciones oficiales ya cuentan con la capacitación en educación inclusiva, y antes de final de año se realizará una nueva capacitación a otros 50 docentes.
“Es un avance, pero persisten algunas deficiencias”
María del Pilar Pinzón.
Sicóloga especialista en necesidades educativas especiales, directora de la Fundación Unicornio.
“Hemos apoya diferentes universidades y permanecemos monitoreando. Eso sí hay instituciones que hasta ahora están empezando el trabajo de inclusión de manera tímida.
Sin embargo encontramos algunas dificultades como en el momento del ingreso y los exámenes de admisión pues las universidades no están capacitadas en aspectos como el lenguaje de señas. Además algunas discapacidades requieren de intérprete de apoyo que a veces debe ser costeado por los mismos estudiantes.
Comparado con años anteriores se ha avanzado pues este era un tema del que no se hablaba. Sin embargo, la idea es que se cambie la mirada pues los discapacitados pueden ser autónomos en la medida que se les abra espacios. La inclusión universitaria es un gran avance que redunda en mejor trabajo y calidad de vida
en un futuro.
Estamos apenas abriendo puertas y es un trabajo muy reciente. Sólo hasta el año pasado se creó el decreto 366 en el cual ya se habla de recursos para los colegios con educación inclusiva”.

Publicada por Érika Juliana Martínez

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